Orígenes de la estadística
Desde el inicio de la civilización han existido formas sencillas de
estadística, puesto que en la antigüedad se utilizaban representaciones
gráficas y otros símbolos en pieles, rocas, palos de madera y paredes de cuevas
para contar el número de personas, animales o ciertas cosas.
Los comienzos de la estadística pueden ser hallados en el antiguo Egipto,
cuyos faraones lograron recopilar, hacia el año 3050 antes de Cristo, datos
relativos a la población y la riqueza del país. De acuerdo al historiador
griego Heródoto, dicho registro de riqueza y población se hizo con el objetivo
de preparar la construcción de las pirámides. En el mismo Egipto, Ramsés II
hizo un censo de las tierras con el objeto de verificar un nuevo reparto.
En el antiguo Israel la Biblia da referencias, en el libro de los
Números, de los datos estadísticos obtenidos en dos recuentos de la población
hebrea. El rey David por otra parte, ordenó a Joab, general del ejército hacer
un censo de Israel con la finalidad de conocer el número de la población.
También los chinos efectuaron censos hace más de cuarenta siglos. Los
griegos efectuaron censos periódicamente con fines tributarios, sociales
(división de tierras) y militares (cálculo de recursos y hombres disponibles).
La investigación histórica revela que se realizaron 69 censos para calcular los
impuestos, determinar los derechos de voto y ponderar la potencia
guerrera.
Pero fueron los romanos, maestros de la organización política, quienes
mejor supieron emplear los recursos de la estadística. Cada cinco años
realizaban un censo de la población y sus funcionarios públicos tenían la
obligación de anotar nacimientos, defunciones y matrimonios, sin olvidar los
recuentos periódicos del ganado y de las riquezas contenidas en las tierras
conquistadas.
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